Le
gusta sumirse en su propia melancolía y siempre ha preferido la tristeza a la felicidad más absoluta. Su
soledad es irremediable, le ayuda a componer versos que lanza sin cesar para
que los demás lean, para que los demás sientan...Al mirar a su alrededor nunca
deja de sorprenderse y siempre escribe lo asombroso, lo extraño, lo que es
capaz de sobrevivir al tiempo; siempre lo nuevo, en lo que antes jamás había
reparado. Sus creencias no van más allá de sus ojos proyectados sobre el mundo
que lo rodea. Lo mira siempre y casi nunca lo comprende pero el embelesamiento
que provoca ante su mirada es más fuerte que el entendimiento y la comprensión
que deberían derivarse de un ser racional.
Es difícil pensar y es difícil
comprender. Es gratificante mirar y admirar el mundo es vivir. Vive aferrado a
sus cinco sentidos; conjugando siempre lo que toca, lo que oye, lo que ve, lo
que degusta, lo que huele...rimando sentidos; explotando ante esos elementos
que una vez pertenecieron a la naturaleza hasta que él los hizo suyos para
siempre por la fuerza de la percepción.
Él es el poeta de árboles
eternos, de caminos interminables, de flores en libertad, de la lluvia que cae
desde un cielo adornado con relámpagos ensordecedores; es el poeta del perfume
de las flores y de él se desprenden miles de colores azulados en noches como
ésta
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