Los
instantes se acercan inmensos
Resistiendo
el peso de la lucidez
Reflejando
huellas raras donde se instalan las palabras
No soy
capaz de preguntar por la espalda
Confío
despacio y … generalmente cuando cae la tarde
Más allá
de las aguas tranquilas
Donde
los silencios se conjugan con los insomnios
Y las
bodegas parecen tan despiadadas
Se erige
una ciudad inquieta
Yo
aparezco allí, sumergido desde el alba
Inquieto entre las sábanas
Envuelto
por recuerdos que a veces llegan adormecidos
No me
importa esta espera
No me
cansa mi propia respiración
Ni me
aturden las paredes de esta habitación inmensa
El caso
es que alguien acaricia mi cuerpo
Entonces
siento cómo mi razón se debilita
Ante las
cubiertas opacas de esas manos y esas penumbras
Conozco
la dimensión exacta de la mentira
Y es por
eso que no soporto nada que no suene a mar
He
elegido voluntariamente alejarme del dolor
Y
detener los sueños
Y
habitarlos cada vez que me plazca
Me
gustaría permanecer así
En esta
cocina ajena que ya no es mía ni tuya
Sentado
a la mesa
Frente a
una taza de café
Abrigando
voluntades
Vigilando
las temibles confusiones que se derivan de oponer el sol y la noche
La
puerta continúa cerrada
Al otro
lado suenan por última vez ciertas ilusiones rotas bajo la ducha
Abro mi
cuaderno
Y
escribo versos que hablan de amor y soledad
Versos
que siempre hablan de ti
Entonces
cierro los ojos
Y la
última imagen que pasa
Es una
alambrada de color amargo.
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