..."No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos"... GABRIEL CELAYA.
sábado, 28 de noviembre de 2015
jueves, 19 de noviembre de 2015
CUERNO DE LA LUNA
Dos poemas publicados en la revista literaria Cuerno de la luna (Murcia).
Amar
Es adivinar el color de cada
horizonte,
arrinconar los ángulos de la
tristeza.
Es modular la voz de los océanos.
Y que estalle el tiempo en
presente.
Contaminándose el aire…
De ti
y de mí.
Tus
labios me hacen cada vez más fuerte.
Tus manos construyen horizontes
blancos.
Tus ojos ahuyentan los lados más
trágicos de mi memoria.
Tu cuerpo avanza…Siempre hacia mí
Y así es como llego
hasta la inmensa ciudad de las
calles violeta:
Contigo…
Contigo…
Contigo…
martes, 17 de noviembre de 2015
CANTO EN SEPIA de Carmen Membrilla Olea. RESEÑA ESCRITA POR ANTONIO PRAENA.
En una cultura del fragmento resulta
un verdadero placer intelectual y estético encontrarnos con una obra que no
cede a la tentación de la inmediatez, sino que se aborda a sí misma desde una
perspectiva de largo alcance, que se pone a sí misma en observación para
intentar hallar el sentido que la recorre, la línea de su propio itinerario, la
sucesión de sus momentos, aun cuando esto requiera dejar hacer al tiempo.
Esa es una de las características
sobresalientes de “Canto en sepia”. A lo largo de sus páginas podemos seguir
con una claridad no exenta de misterio, de magia y de sugerencia un itinerario
en el que lo vital y lo poético se fusionan. En este sentido, el disfrute
autónomo de cada poema y el sentido diacrónico en que los textos se suceden, se
articulan y potencian mutuamente.
Es decir, Carmen Membrilla ha
dispuesto sus poemas en una línea de elástica claridad a través de la cual este
libro nos adentra en una historia y una evolución. Aunque el poemario se ha
articulado a manera de ópera italiana-algo que subraya la vocación musical
advertida en el interior mismo de los poemas y sus continuas referencias
musicales-, vamos a seguir el pormenor de sus cuatro partes para transitar el
recorrido de nuestra poeta.
La primera de ellas, “Atravesar la
niebla”, nos pone ante una ausencia, una ausencia que intuimos ya amorosa, pero
que no se explicita abiertamente más allá de sus símbolos y sus efectos. Estos
son lágrimas, flores sin aroma, bocetos difuminados, serpientes, sombras
incomprensibles, muertes, hielo, soledad, cajones vacíos, persianas bajadas y
puntos suspensivos, muchos suspensivos marcando gráficamente a la vez la
ausencia y la espera, la incompletez y la expectativa.
En este estado vital y literario
abundan los interrogantes. No sabemos a quién, si al ser ausente, al lector o
al ser poético, a la autora de estos versos, que habremos de encontrar al final
del libro mismo. Pero ello es lo de menos, porque el interés de la lectura
recae en el nivel en que Membrilla Olea se sitúa, el de la raíz y la base de
las cosas: “¿Te has preguntado alguna vez cuánto vale tu alma?/¿Cuál es el
verdadero impulso que la hace vibrar?(…)¿te has preguntado alguna vez/dónde
viven las respuestas que esperas?”.
A pesar de todo ello algo inquietante
nos sale al paso también en esta primera parte. Se trata de la rememoración, la
constante rememoración, no sabemos si amenaza o anticipo, lastre o tabla de
salvación. Solo sabemos en este momento que hay que seguir leyendo, pues la
poesía es cuestión de palabras y solo en ellas se devela lo que en ella está
velado.
Con la segunda parte pasamos de lo
recitativo a lo “cantabile”. El mismo cambio de registro nos va a sugerir un
avance temático y formal. Es decir, aunque muy, pero que muy sutil y
tímidamente, va haciendo su entrada la melodía. Si era niebla lo predominante
en la primera parte, ahora es la luna quien preside este segundo estadio del
camino. Se abre una luz, aún con heridas, sí, pero no ya la cerrada y opaca luz
de la niebla que antes impedía ver más allá. La luna, aunque sangrante aún,
aparece para constatar visibilidad y liberación de las trampas de la
subjetividad.
Porque esa es la clave. Aun en un
ambiente de confusión, el protagonista de estos versos avanza, deja atrás algo
que creyó ser, se desprende de lo inútil.
De la parálisis inicial hemos pasado
al camino; verbos como avanzar, huir y juegos preposicionales como “detrás de
mí”, “sin retroceso” así lo constatan. Y es que va tomando cuerpo una nueva
actitud poética que da cuenta de una nueva actitud vital. Es más-porque no
olvidemos que un poemario es siempre un acto de lenguaje-asistimos al momento
en el que la belleza, en este caso la música y la poesía, son también motor de
la vida (no olvidemos esto): “Sobre las ruinas de nuestro pasado/florecen las
piedras sin nombre,/los acordes de guitarra”-nos dice-“los violines descansan/y
aquellas partituras que fueron tristes/comienzan a caer desde los
árboles.”-constata. En efecto, la música va invadiendo los versos, aunque
tímida aún.
Y una cosa se nos va mostrando más
nítidamente: la evolución poética y anímica tienen que ver con un amor. La
presencia variable de este y su lejanía o proximidad desencantan o imantan o
iluminan el avance de los versos hasta llevarnos al final de esta segunda
parte, a un tiempo nuevo donde reaparecen los aromas, las aventuras o el color
dorado de los sueños. Una paz extraña, igualmente irrumpe en las páginas sin
que podamos decir que los rescoldos del dolor se hayan extinguido. Más bien ambos
conviven todavía. Todavía hay fuegos difíciles sobre los que descansa el alma
del poeta. Y es en ese escenario concreto y no en otro donde finalmente emerge
la figura de un hombre nuevo. ¿Es el amor recuperado? ¿Es el ser nuevo de quien
escribe? ¿Es la poeta?
Prosigamos por tanto no sin antes
señalar que el viaje interior en el que Carmen Membrilla nos ha embarcado no
deja de recordarnos la trayectoria propuesta por Luis Rosales en “Diario de una
resurrección”.
Llegados a la tercera parte, la
eclosión de un nuevo paisaje es ya evidente. Un paisaje de mar que deja atrás
la sequedad. El mismo título nos arrastra a romper contra las olas la inercia
en que el dolor nos sumía. El mar y cuanto lo rodea es, en efecto, la simbólica
dominante: alas de espuma, corrientes, transparencia, playa, sal, gaviotas,
horizonte…son los elementos de esta tramo del camino más sustantivado y en el
que el inquietante recuerdo del amor se disuelve para poder integrarse: “Tus
ojos me parecen más ajenos,/y el recuerdo de tus manos/se diluye en contacto
con el agua/y con la sal”.
Otra respiración corresponde
formalmente al nuevo estado de ánimo y, por supuesto, se presiente un lenguaje
nuevo. En este punto, Carmen Membrilla muestra haber sabido implicarnos en su
“Canto en sepia” no solo por la evolución temática sino por la progresiva
clarificación formal con que el libro avanza. Los versos se hacen cortos y
precisos, respondiendo a una necesidad más figurativa y menos abstracta.
Encontramos, igualmente, discretos pero sugerentes párrafos anafóricos, como
apuntando una necesidad de canto exigida por este nuevo tiempo solar y marino:
“Tiempo para cantar,/tiempo para detener,/ tiempo para seguir buscando
conchas”.
Nuestra poeta, en efecto arroja su
tristeza, ahora sí, al fondo del mar “muy lejos de los nombres que duelen/y de
todos los nudos del invierno” para dar paso a la última parte, estación de
llegada.
Lo primero que encontramos en esta
cuarta parte: “La poesía de la histeria” es un ser nuevo. Parece que aquel
hombre intuido al principio y a quien se han abierto preguntas y puntos
suspensivos no es la figura del amado ni un nuevo amor. Es la poeta, que en
este tramo final muestra haber hecho suyos el llanto y la soledad anteriores,
los capítulos del miedo y lo fragmentado, hasta el punto de haberlos convertido
en materiales de una nueva construcción.
La segunda conclusión y quizá la más
significativa, consiste en que en esta parte final la nueva personalidad
poética se ha solidificado e identificado con una especie de fiesta final en cuya
pista de baile se entrecruzan tendencias
irracionales, conversaciones místicas, música estridente, emociones borrachas,
locura y verdad…Y es que siempre hay
un estilo paracada ficción. Por ello forma y contenido responden a sus
mutuas necesidades. Y esta es la razón por la que nuestra poeta se deja
arrastrar como si el llanto no existiera, ni la soledad.
Es el canto final, estación de
llegada de este viaje, resurrección desde la que constatar que el dolor pasa.
No hay temblor ni adverbio ni adjetivación ahora para cantar con toda
rotundidad que se está vivo. Como no podría ser de otra manera, en
correspondencia con la dimensión musical que atraviesa este poemario, Membrilla
Olea nos comparte que se deja arrastrar por una música que se eleva a la luna.
En este viaje-ahora lo vemos con toda
nitidez- la escritura ha sido una verdadera tabla de salvación. Y ello hasta
tal punto que ya no hay modo de separar persona y poema, vida y escritura.
Llegamos así a un estado metaliterario, es decir: la poesía se ha convertido en
tema de la poesía porque ahora la poesía es parte de la poeta. Así de simple.
La celebración de la resurrección hasta la que hemos avanzado en estos versos
es celebración de la poesía como parte ahora indisociable de la identidad de
este nuevo ser poético. Por ello Carmen Membrilla exclama: “Escribir siempre”.
Y algo más: su escritura, su poesía se diferencia de la anterior porque es
ahora poesía que ha salido a la calle. Ha abandonado las estancias vacías, las
persianas bajadas, el vaho en los cristales para mezclarse con las calles, sus
colores, la hierba de las grietas de las losas. No solo hemos asistido a una
transformación personal sino también y sobre todo, estilística.
No puede haber mejor final: Los dos
últimos versos nos muestran a alguien inmerso en un baile incesante en cuyo
ebrio movimiento compone himnos y admira paraísos, que –nos promete- parecen
definitivos. Si lo son o no, solo podremos comprobarlo en el próximo poemario
de Carmen Membrilla Olea.
Un libro para aquellos que no se resignan.
Testimonio de una progresión y homenaje a la belleza de la música y la
escritura como camino y a la vez,
plenitud. Una opción por lo abierto y lo por venir que no esquiva los lugares y
los tiempos sepia de nuestra vida. Una emersión desde las concavidades a lo
abierto en la palabra y el canto. Una promesa cuya confirmación intuimos
cercana.
Antonio Praena.
22 de octubre de 2015.
viernes, 13 de noviembre de 2015
15 DE OCTUBRE. INAUGURACIÓN DE LA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA: "MEDINA DE CHIMENEAS"
Inauguración de la Exposición Fotográfica: "Medina de Chimeneas". Fotos de Pícaro y textos poéticos de los alumnos del IES Padre Poveda de Guadix, coordinados por la profesora de Lengua Castellana y Literatura, Carmen Membrilla Olea.Escuela de Arte de Guadix. Del 15 al 30 de octubre de 2015.
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