martes, 21 de enero de 2014

DE AUSENCIA Y FRAMBUESA


Empecé muy poco a poco; muy lentamente, como si el tiempo no existiese, como si la distancia y el dolor no estuvieran oprimiendo mi corazón ahora desierto y reseco.
Cogí del aparador de la cocina una jarra de cristal de boca ancha y allí comencé a mezclar los ingredientes. Los huevos desprovistos de su cáscara, cayeron estrellados sobre el fondo; ahí acababa su existencia y su forma. “Hasta los huevos tienen un final”-pensé.
El abrelatas es mi artilugio de cocina favorito. Cuando lo utilizo siento simultáneamente una sensación de arcaísmo y mecanicidad, de ritmo acompasado y pautado, que de alguna manera me satisface, me tranquiliza, me relaja y me brinda el gran descubrimiento: lo que hay debajo de la tapa. Sí señor, es leche condensada, dulce y densa, apetecible siempre…y ajena a todo lo que yo siento ahora; en este justo momento. Levanto la lata abierta todo lo que puedo y a esa altura, bastante considerable, por cierto, dejo caer un chorro espeso que se va mezclando con los huevos. Pienso en la palabra “naufragio” y creo que me estoy ahogando.
Ya han aparecido las lágrimas pero no me importa. Continúo con mi mezcla, con mi condena, continúo barajando las letras de tu nombre…Hay una tarrina de queso de untar. Hundo sobre ella una cuchara pequeña y lo hago bruscamente; como si de algo terrible se tratara…con fuerza…con rabia…saco el queso a cucharadas y lo echo también dentro de la jarra de cristal.
Como el color blanco es mi favorito, me centro ahora en la leche entera y en la nata…
Mezclo, muevo, lloro a esta hora de la madrugada. El ruido de la batidora puede despertar a los vecinos pero yo insisto, desafiando al silencio…no lo acepto como recurso de consuelo. Lo desafío. Sigo batiendo…sigo batiendo…segundos…minutos…horas tal vez. La textura de esta mezcla es perfecta, suave, clara; cálida e inevitable.
Pruebo y me sabe a soledad; ese dulzor me distancia claramente de los espacios de arena en los que tú me amabas, en los que olía a ti, a los que siempre regresabas tú.

La mezcla líquida ha quedado vertida en un recipiente especial para horno; lo abro y la alta temperatura recibe la cercanía de mis manos como si me reconociera. He programado el tiempo; toca esperar; me siento en el suelo de esta cocina donde tú reías cuando me querías. De pronto percibo los gritos, vienen de mí. Te llamo desde esta esquina. Ahora no puedo moverme; tengo que esperar que la tarta cuaje…que el color dorado inunde sus rincones, que adopte su forma definitiva de tarta de queso. Después cubriré su superficie con mermelada de frambuesa, porque hace juego con mi tristeza, con mi sombra, con mis ventanas…Y por último me quedaré aquí tirada, en el suelo; a la espera de que algo pudiera cambiar y permaneceré así: diminuta, solitaria y malherida.

POEMAS AL OÍDO. FOTOPOEMA REALIZADO PARA MI PÁGINA AMIGA.


EL CLUB DE LAS POETISAS-FOTOPOEMA REALIZADO PARA MI PÁGINA AMIGA


LA LUNA Y EL MIEDO


TRISTEZA DE INVIERNO


domingo, 19 de enero de 2014

RELATO: "SIEMPRE PASA LA LLUVIA" EN WADI-AS 18-24 DE ENERO DE 2014

Una vez más gracias al semanario local de Guadix por apoyar mi escritura y publicar mis relatos. Un placer colaborar con vosotros.
Se trata de un relato que aborda los malos tratos, la violencia de género, la muerte gratuita y el sufrimiento no solo de una mujer sino el sufrimiento de un niño testigo del dolor y la injusticia. Lo escribí hace bastante tiempo. Leí una noticia que me dejó conmocionada y escribí este texto. Han pasado años y estas muertes siguen sucediendo. ¿Es posible que nada pueda cambiar al respecto?
Que ninguna mujer muera nunca más bajo estas circunstancias.
Que ningún niño sufra jamás esta situación.




PARA LEER EL RELATO PINCHA AQUÍ.