Me pregunto cuál es la justa
distancia que separa mi existencia de la existencia de cientos de objetos que
me rodean.
¿Me pregunto esto porque soy
racional?
Y si soy racional.... ¿Nunca podré
ser un objeto?
¿Nunca podré parecerme a esta lata
de refresco recién sacada del refrigerador?
Sin embargo esta es una existencia
tan válida como la mía porque aquí está. Parece cansada de ser así, como si
estuviese aburrida de contener este líquido que le aporta gran parte de su
identidad.
Yo creo que si pudiera hablar me
pediría que la abriera, quizá para poder respirar, quizá para poder escuchar
las voces que vienen de fuera.
Va perdiendo su frialdad, se va
aclimatando a la temperatura ambiente. Yo diría que se siente más natural.
Lleva un tiempo sumida en una
especie de tristeza melancólica y no sé cómo hacerla reaccionar.
Comienzo a beber.
Al volver a dejarla sobre la mesa
me susurran sus burbujas que siente miedo.
-
¿Miedo? ¿De qué?-pregunto sin comprender del todo.
-
Tiene miedo de quedarse vacía-contestan ellas de forma
contundente.
Entonces reacciono, vuelvo a
cogerla, esta vez más lentamente, pasando mis dedos sobre ella en lo que pretendo que sea una
caricia.
Vuelvo a acercar mis labios a ella.
No voy a beber
Voy a hablar
Voy a hacerle comprender lo cerca
que está de mí
Voy a decirle que no somos tan
diferentes
Voy a contarle que yo también tengo
miedo.
Mientras tanto los demás volverán a
llamarme loco.... y yo comenzaré a sentirme un poco mejor porque he encontrado
una nueva complicidad en mi lucha perpetua contra el vacío.
Huyo de la cordura de todos, de mi
propia racionalidad y de los esquemas mentales que quieren hacer de mí una
sombra.
Comienzan por fin mis confidencias.
Aquí continúo
Sin beber
He decidido hablar con ella
"Yo también estoy cansado de
ser así. Estoy aburrido de contener esto que aporta gran parte de mi identidad.
A veces me ahogo. A veces creo que estoy sordo. Siempre estoy solo"
Después de un tiempo sumido en un
silencio triste y ciertamente melancólico le confieso la verdad: "No quiero ser como una lata
vacía".
Caigo extenuado. Cierro los ojos.
Alguien ha vuelto a pincharme. Noto como si mi cuerpo empezara a levitar. Estoy
tan cansado... mañana vendrá el doctor, querrá que le hable del suceso de hoy
pero lo tengo todo planeado; sólo lanzaré una pregunta y esta vez será él el
que deba responder:
-
¿Cree usted que es tan lejana la diferencia entre mi
existencia y la de una lata de refresco recién sacada del refrigerador?
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