lunes, 19 de agosto de 2013

HUIR DEL FRÍO

Imagen: PETE REVONKORPI
El temblor desaparece tras un estrépito que busca huir del frío. Es repentino el amanecer. Veranos detenidos y finales inciertos.
El cielo de septiembre parece inalcanzable. Luz que escapa desde las colinas. Mirando las horas. Olvidando canciones. Lentamente envejeciendo.
Flores olvidadas junto a ríos que suenan a noche. Botellas de alcohol vacías y sin mensaje. Besos puros. Cuerpos de invierno. Caída de hojas. Otoño de lluvia. Bombillas sobre las mesas y pinturas que parecen recordar un fondo de piel. Leyendas que arruinan el mar de nuestra memoria...
Es la última estampa de un olvido que se deshace un poco cada mañana. Confirmo que mi voz persigue sueños por un jardín perdido.
La casa de verano está igual: la radio, los objetos de plata, los álamos que la rodean, los periódicos de entonces. Recuerdos que nunca se detienen y noches tristes con películas antíguas y dolores censurados. Es cruel retener esos pecados que nunca cometimos.
Solo queda calor lejano, porque nosotros, tú y yo insistimos buscando aquellas tardes apagadas, por fatalidad o por costumbre. Tardes sin motor, de color rojo intenso, combustibles en atardeceres con fronteras de coches y relojes.
Amor que no regresará. Recodos y carreteras y boulevares vacíos. Muerte como única verdad.
Difícil mirar mis manos y comprender quién es el titular. La palabra "jamás" choca contra la felicidad y alguien insiste en que volver sería un error; en que solo somos dos fantasmas que siguen humillándose; que corren hacia las palabras más incomprensibles...
Todavía no lo tengo claro.
Aprendo a vivir de nuevo.
Es como salir de una larga enfermedad.
Lenta recuperación.
Como un niño que recibe su primer golpe.

Entonces las calles gritan porque rueda un corazón sorprendiendo una esquina de nadie...

Y aquel hombre y aquella mujer desembocaron en una existencia inhumana presidida por cuchillas que nunca los dejaron ser ni entender.

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