A menudo la blancura del infinito
Se funde con las nubes inevitables
Que yo mismo diviso
Desde las cimas de mis sueños
Permanezco aquí
Sentado a la mesa
Reconstruyendo vidas ajenas
Envidiando libertades
Saboreando un café
Afilando conciencias y lápices...
Esta continuidad va adquiriendo tonalidades amarillas
La ducha parece haberme rehabilitado
Ahora imagino un caracol ante la palabra amistad
Y grito la palabra pugna junto al reloj de pared
Siempre inmerso en gerundios durativos
Insisto en que un frasco de perfume
Puede contener
Todos los términos que dan nombre a lo que siento
Quizá por eso, a veces...
Creo que los poemas huelen a jazmín.
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